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Pintura barroca española, 1676-78. Museo del Prado,
Madrid. Óleo sobre lienzo.
El título completo de esta obra es "Inmaculada
Concepción de los Venerables", por el asilo sevillano de sacerdotes
ancianos para el que fue pintada, o "de Soult", mariscal de Napoleón que
se llevó el cuadro a Francia durante la invasión francesa. Estuvo en el
Museo del Louvre (París) hasta 1947 en que fue devuelta a España por el
general Pétain, junto a otras obras de arte.
Género: Se trata de una pintura religiosa,
de devoción, muy usual en la España del siglo XVII.
Tema: El pintor representa a la Virgen como
una joven morena, bella, tierna y dulce, flotando suavemente sobre nubes
esponjosas, en un gran rompimiento de gloria. Está vestida con túnica
blanca y manto azul, con las manos juntas sobre el pecho en actitud de
plegaria y la cabeza suavemente ladeada mirando al cielo. A sus pies hay
una media luna. Aparece rodeada de juguetones angelotes (hasta 30, unos
de cuerpo entero y otros sólo cabecitas). Es una imagen encantadora, llena
de gracia y elegancia.
Composición: el grupo está captado de forma
espontánea y libre, en las más variadas actitudes y posturas, llenas de
movimiento. En el centro de la composición está la Virgen, de canon estilizado
y rodeándola, en movimiento curvo, los angelitos. Murillo los agrupa de
forma desigual: abajo, flotan once; a la izquierda hay siete cabecitas
arriba y cuatro debajo; a la derecha, tres y cinco. Unos son muy visibles
mientras que otros desaparecen en la penumbra, ya que hay varios planos
de profundidad. El pintor evita la frontalidad y destaca las lineas ondulantes
en los abultados pliegues del manto y las diagonales, con abundantes escorzos.
La perspectiva es aérea. Es un estilo dinámico y escenográfico, teatral,
pero sin violencia.
Luz: Es la protagonista del cuadro. Murillo
emplea una técnica iluminista. Sobre el fondo dorado, radiante, se recorta
la figura de la Virgen, envuelta en luz para indicar su carácter celeste.
Su rostro y vestido blanco irradian luz. La zona izquierda aparece muy
iluminada, mientas que la derecha está oscura o en penumbra abajo.
Color: hay gran riqueza cromática, el colorido
es vivo, lleno de matices. Predominan los tonos cálidos, dorados, contrastando
con los frios. Destacan el blanco y azul de la figura central. Las pinceladas
son sueltas, espontáneas, vaporosas, fluidas. La técnica de Murillo es
magistral.
Dibujo: pierde importancia ante el color y
la luz, aunque el pintor fue un gran dibujante. Los contornos están esfumados,
diluídos.
Estilo: Observamos todas la características
propias del Barroco: composición movida y dinámica, con predominio de
líneas curvas y diagonales; color rico y variado, pero con un color predominante
que da unidad al cuadro ( el dorado aquí); contrastes de luces y sombras;
pérdida de importancia de la línea; realismo y gusto por el detalle; falta
de claridad y confusión, etc.
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Inmaculada Concepción: Hace referencia a
la creencia católica de que la Virgen María fue concebida sin pecado original
( "mácula"= mancha)
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Significado: Murillo crea con la Inmaculada
Concepción un nuevo tipo iconográfico
que surge ligado a la propaganda de la Contrarreforma.
Es la referencia iconográfica de la mujer del Apocalipsis dominando a
Satanás (mezcla de serpiente, dragón y águila según San Isidoro), aunque
la serpiente no esté en el cuadro. Parece un cuadro realista pero está
cargado de símbolos: el vestido blanco y la dulce apariencia casi infantil
de la Virgen representan la pureza, la virginidad; el azul del manto nos
indica que es la Reina del cielo,
lo mismo que la media luna, que
también simboliza el triunfo sobre el Islam; la cara con la mirada hacia
el cielo, llena de luz, expresa que es puente entre Dios y los hombres.
El culto a la Virgen enlaza con el de otras Grandes Diosas Madres de la
Antigüedad mediterránea.
La función de esta imagen contrarreformista es, según
Pacheco, "persuadir a los hombres a la piedad y llevarlos a Dios". Pero
además esta encantadora y sentimental imagen, desvinculada de la realidad
de la Sevilla azotada por la peste, servía a la gente para evadirse de
la miseria que la rodeaba.
El pintor y su época: Aunque España vive durante
el siglo XVII una crisis económica y política es un periodo de esplendor
cultural ("Siglo de Oro"). Al ser la burguesía casi inexistente, la clientela
de los pintores está compuesta esencialmente por iglesias y conventos,
ricos y poderosos. Los nobles y la Corte prefieren artistas extranjeros.
De ahí que la mayor parte de la pintura sea religiosa contrarreformista.
Apenas existe pintura mitológica ni histórica, el paisaje es escaso. Se
cultiva el bodegón y el retrato. En la segunda mitad de siglo por influencia
flamenca (Rubens) y veneciana se desarrolla el barroquismo, un estilo
más dinámico y colorista. A este momento pertenece Murillo.
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El modelo quedó
definido en el siglo XVI y alcanzó gran popularidad en el Barroco. La
Inmaculada Concepción de María fue declarado dogma por el papa Pío IX
en su bula Ineffabilis (1854).
Contrarreforma: movimiento religioso
católico surgido en el siglo XVI en el Concilio de Trento frente a la
Reforma protestante de Martín Lutero.
Los antiguos romanos le atribuían el color azul a Juno,
diosa reina del cielo.
La luna es un símbolo asociado a distintas
divinidades de la Antigüedad ( Isis, Astarté, Diana..) hace referencia
a la divinidad de la mujer y a su potencia fecundante de vida. Vemos así
como el cristianismo asumió simbolos del paganismo y los cristianizó.
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Bartolomé Esteban Murillo ( 1618-1682) nació
en Sevilla donde pasó la mayor parte de su vida, salvo dos años que pasó
en Madrid. Fundó una academia de dibujo y pintura en Sevilla. Gozó de
gran éxito y popularidad. Es el mejor pintor de la escuela sevillana de
fines del siglo XVII.
Sus primeros cuadros fueron tenebristas (Sagrada Familia
del Pajarito), pero luego por influencia de los pintores flamencos y de
Velázquez, sus telas se hacen iluministas. Su pintura, esencialmente religiosa,
es de gran calidad técnica, con dominio del colorido cálido y una pincelada
suelta. Es una pintura amable, llena de gracia y ternura, intimista, que
conecta con el gusto de la gente, precedente del Rococó (Inmaculadas,
Virgen del Rosario, El sueño del patricio).
También fue gran pintor de niños, unos pícaros y mendigos
callejeros (Niños comiendo melón, Niño despiojándose) y otros santos (
Los niños de la Concha) pero todos ellos encantadores.
Fue muy apreciado por los coleccionistas extranjeros
en los siglos XVII y XVIII. Sus composiciones se han difundido hasta la
saciedad en las estampas religiosas populares. Eso le restó interés en
la época contemporánea, pero actualmente está fuera de duda la extraordinaria
calidad de su pintura.
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LA INMACULADA COCEPCIÓN (fragmento)
NIÑA CONTANDO DINERO
(fragmento)
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