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PARA DESARROLLAR UN TEMA,
ES IMPORTANTE DEDICAR UN TIEMPO A REALIZAR UN ESQUEMA MENTAL O ESCRITO
DE CÓMO SE VA A ENFOCAR EL DESARROLLO Y QUÉ PUNTOS SE VAN
A TRATAR.
ESTOS APARTADOS DEBEN QUEDAR BIEN CLAROS EN EL DESARROLLO DEL TEXTO.
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Como todo filósofo racionalista, Leibniz
aspira a la verdad del conocimiento y a un método que permita el
acceso a todos los demás.
Medio siglo posterior a Descartes, conoce el pensamiento de éste,
y en lugar de basar la certeza en el subjetivismo
introspectivo de la conciencia, lo hace a partir de la evidencia
que muestra la estructura lógica de las proposiciones verdaderas.
Leibniz parte de las proposiciones analíticas, aquellas en las
que el predicado ya está contenido en el sujeto. Este es el caracter
de las proposiciones matemáticas del tipo: "Todo triángulo
equilátero es equiángulo". Se basan en el principio
lógico de identidad o no contradicción
Todas estas proposiciones analíticas constituyen las verdades de
razón. Pero junto a ellas existen las verdades de hecho. Son todas
las verdades de las ciencias que se basan en la experiencia. El predicado
no está incluido en el sujeto. Son proposiciones sintéticas.
No se imponen por sí mismas como las verdades de razón,
sino que su verdad tiene que ser confirmada por la experiencia que es
un conocimiento limitado
Leibniz, como todo gran matemático, quería reducir todos
los conocimientos al conocimiento propio de las matemáticas. Estaba
convencido de que si nuestro conocimiento fuera infinito, todas las verdades
de hecho se nos presentarían como verdades de razón.
Desde este arranque lógico aborda Leibniz el estudio de la realidad,
la metafísica. El concepto de sustancia que él hereda es:
"lo que es en sí se concibe por sí mismo y no debe
la existencia a ningún otro". Pero para él, la sustancia
es un objeto de infinitas propiedades, incluídas en éstas
las relaciones con otros objetos. Por consiguiente, cualquier proposición
que afirme un predicado de un sujeto, es analítica aunque no podamos
descubrirlo, porque tendríamos que hacer un análisis infinito
del sujeto. Como esto no es posible, se nos presenta como una verdad de
hecho, contingente. Pero la contingencia no impone arbitrariedad, es consecuencia
de nuestro conocimiento limitado. Así como las verdades necesarias
se rigen por el principio de identidad, las verdades contingentes se rigen
por estos dos principios.
· El principio de razón suficiente,
que afirma que nada sucede gratuitamente, es decir, que a todo fenómeno
le corresponde una explicación, una razón de ser que se
presente admisible a la razón.
· El principio de perfección,
que frente a la no necesidad, afirma que el mundo real es el más
perfecto de los mundos posibles y todo lo que acontece se ajusta a este
principio.
Como lo que define a las cosas es el conjunto infinito
de sus propiedades, bastará para que dos cosas sean distintas que
difieran en una sóla propiedad. O dicho de otra manera, para que
dos cosas sean idénticas tiene que coincidir el conjunto de todas
sus propiedades. Como esto no es posible, puesto que el mismo hecho de
compararlas me las presenta a una antes y otra después, o sea,
distintas, de aquí se concluye que la realidad última, la
sustancia, son los individuos, todos y cada uno, ya que no hay dos iguales,
y todas sus propiedades son esenciales. A éstos individuos o realidades
últimas los llamó mónadas en un tratado titulado
Monadología, al que pertenece el texto.
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Leibniz: Contemporáneo
de Newton, este gran matemático estaba obsesionado con la unidad
cultural de Europa, y lo que el llamaba la 'República de las Ciencias',
así como en el progreso del saber.
Introspección: Observación interior de los
propios actos o estados de ánimo o conciencia.
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Las mónadas son los componentes últimos de la realidad,
son puntos inextensos, es decir indivisibles, de naturaleza espiritual,
cuyo número infinito, y todos juntos forman el universo. Están
dotados de fuerza o energía. Entre sí no se comunican, pero
cada una refleja todo el universo, dado que entre sus infinitos predicados
están las relaciones con los demás sujetos. La totalidad
de las mónadas forman una unidad perfecta y su diversidad es absoluta.
Lo mónada primitiva o sustancia simple es Dios, y todas las demás
son fruto de esa fuente.
Cada mónada es una sustancia definitivamente realizada que cumple
un proyecto, un programa establecido por Dios. No existe causalidad entre
las sustancias, sino armonía pre-establecida por Dios que garantiza
el orden perfecto, el mejor de los mundos posibles.
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