Una de las formas más frecuentes para formar palabras
nuevas es la derivación: a una palabra, ya existente, se le incorpora
una serie de elementos llamados afijos, mediante los cuales
surgen palabras nuevas, que cubren los significados que queremos expresar.
Dentro de los afijos distinguimos entre prefijos
y sufijos
En la palabra enamorar tenemos un ejemplo de
prefijación. A la palabra amor, de origen latino, se le añade el
prefijo, también de origen latino, en /in, con el significado general
de interioridad, y después las desinencias propias de la categoría verbal:
la vocal -a- que indica que este verbo pertenece a la primera conjugación
y el morfema -r-, desinencia propia del infinitivo.
En la palabra regionalista tenemos un ejemplo
de doble sufijación. A la raíz léxica de origen latino región,
se le añade el sufijo -al-, con el que se pueden formar adjetivos
a partir de sustantivos. Así de nación, nacional, de región, regional,
etc. A la nueva palabra, así formada, se le añade el sufijo -ista-,
que se emplea en la formación de los nombres de profesiones, oficios,
dedicaciones, etc. o, como en este caso, de adjetivos en los que se expresa
que alguien es partidario de algo. Por ejemplo, racionalista de razón,
regionalista de región .
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